Este artículo detalla cómo se modelan la automatización y la inteligencia artificial (IA) en la teoría económica y cómo se miden actualmente sus efectos sobre la productividad y el empleo. En el marco de la contabilidad nacional, muchos sistemas de IA pueden considerarse conjuntos de diferentes categorías de inversión. Esto dificulta su medición. Así pues, muchos de los datos preliminares sobre los efectos económicos de la difusión de la inteligencia artificial se basan en medidas de exposición a esta tecnología o de demanda de competencias en la misma, más que en su uso. Los primeros datos sugieren que las empresas que utilizan IA pueden experimentar efectos positivos en la productividad y efectos no negativos en el empleo, mientras que los efectos agregados son aún demasiado pequeños para detectarlos.

En su investigación, el estudio parte de diversos documentos de fuentes de autoridad, entre los que destacan los de entidades como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Federación Internacional de Robótica.

En términos generales, los sistemas de inteligencia artificial pueden considerarse, desde el punto de vista de las categorías de la contabilidad nacional, conjuntos de inversiones en equipos informáticos, programas informáticos y bases de datos, en algunos casos también asociados a inversiones en maquinaria que no se contabilizan como equipos informáticos o inversiones en I+D. Esto implica que el valor económico global de los sistemas de IA ya está incluido en gran medida en el producto interior bruto, con la excepción del valor de las bases de datos. Pero las cuentas nacionales y las bases de datos de construcción similar no permiten actualmente identificar los sistemas de esta tecnología como una categoría separada.

Por lo tanto, la investigación a nivel de empresa e industria sobre los efectos de esta tecnología en la productividad se basa actualmente en otros indicadores. Algunos de ellos, como los datos de las ofertas de empleo, no permiten la observación directa del nivel de uso de la inteligencia artificial en las empresas, sino que miden más bien la exposición a esta innovación. Dada la gran importancia de observar las futuras oportunidades y riesgos asociados a su difusión, se justifica seguir desarrollando la medición a nivel de empresa. Hasta la fecha (enero 2024), no hay pruebas de la pérdida masiva de puestos de trabajo causada por la IA. Aunque parece haber un gran potencial de sus efectos de productividad que llevan a algunos observadores a ver la posibilidad de una "singularidad" de crecimiento económico explosivo en un futuro más lejano, los efectos de productividad agregada pueden tardar aún algunos años en ser mensurables.